"Síndrome de Hybris"
Como ya lo describimos en la Grecia antigua la palabra Hybris o Hubris hacía referencia a las acciones crueles, vergonzosas y humillantes que un abusador cometía sobre su víctima por mero placer, es decir, desmesura psicológica en aquellos que habían atravesado la frontera de sus posibilidades humanas cuando se les había conferido poder, haciéndolos rígidos, egocéntricos, crueles, prepotentes y en el fondo irracionales.
En la actualidad lo utilizamos para referirnos a un trastorno "paranoide" denominado síndrome de Hybris, caracterizándose como un trastorno que genera un ego desmedido, un enfoque personal exagerado, aparición de excentricidades y desprecio hacia las opiniones de los demás. Se suele asociar a cargos de poder, tal y como pueden ser políticos, "eternos" dirigentes, funcionarios, personal de confianza, financieros, empresarios, grandes fortunas, famosos, etc.
El neurólogo David Owen analiza la locura que provoca el poder. Este neurólogo escribe su libro después de seis años del estudio del cerebro de los líderes políticos y concluye: el poder intoxica tanto que termina afectando al juicio de los dirigentes.
El psiquiatra, Manuel Franco, explica así lo que ocurre con los líderes políticos: una persona más o menos normal, se mete en política y de repente alcanza el poder o un cargo importante. Internamente tiene un principio de duda sobre su capacidad, pero pronto surge la legión de incondicionales que le facilitan y reconocen su valía. Poco a poco se transforma y empieza a pensar que está ahí por mérito propio. Todo el mundo quiere saludarlo, hablar con él, recibe halagos de todo tipo. Esta es la primera fase. Pronto da un paso más y entra en la ideación megalomaníaca, cuyos síntomas son la infalibilidad y el creerse insustituible. Entonces comienzan a realizar planes estratégicos para veinte años, obras faraónicas, o a dar conferencias sobre temas que desconocen.
Tras un tiempo en el poder, el afectado por este mal, padece lo que psicológicamente se llama desarrollo paranoide. Todo el que se opone a él o a sus ideas, es un enemigo personal. Puede llegar incluso a la paranoia o trastorno delirante que consiste en sospechar de todo el mundo que le haga una mínima crítica, y, progresivamente se va aislando de la sociedad.
Se siente llamado por el destino a las grandes hazañas (les pasó a Bush y a Blair, cuando no planificaron con detalles cómo reemplazarían a Husein, y no pensaron cómo respondería el ejército iraquí; en la antigüedad otros ejemplos fueron Nerón, Calígula y otros emperadores; (en América Latina, saquen sus propias conclusiones...). Todo esto se da hasta que cesa en sus funciones o pierde las elecciones, entonces viene el batacazo y se desarrolla un cuadro depresivo ante una situación que no puede comprender". Dice el Dr. Franco que es difícil tratar este problema, porque quien lo padece, no tiene conciencia de ello.
Cuando una persona no admite otro criterio que el propio, no escucha los aportes de otros, se obceca en sus posturas personalistas, se vuelven imprudentes y toman decisiones por su cuenta, sin consultar porque piensan que sus ideas son las correctas por lo que se alejan de la realidad y aunque finalmente esas ideas se demuestren erróneas, que no han servido para nada, nunca reconocerán la equivocación y seguirán pensando que están en la senda de la verdad, entonces pierde el componente racional de ejercer sus funciones, y si las condiciones se vuelven extremas puede hacer un síndrome paranoide, una desconfianza enfermiza en el cual se vería rodeado de enemigos, no podría fiarse de nadie y solo ÉL tendría razón contra todas las evidencias.
Para que esto suceda tiene que tener poca madurez psicológica dentro de una personalidad esquizoide (es decir con un mundo interior sobre dimensionado, y una afectividad anómala). Si a ello se le incrementa escasa formación cultural, una preparación humana frágil, carencias de cualquier tipo (afectiva y económica entre otros) y en cualquier tiempo (especialmente en el pasado: generalmente en la niñez) y además de eso existen circunstancias supuestamente adversas podemos ver a autoridades singularmente "extravagantes".
Este tipo de cuadros psicológicos afectan sobre todo a la clase política y a su "personal de confianza" ya que es la que básicamente puede adquirir un desmesurado poder en un instante con una nula o escasa preparación humana y el mecanismo o la reacción de defensa suele ser la distancia, la rigidez y el aislamiento del entorno.
Decir que una persona tiene el síndrome de Hybris porque muestra sus síntomas es muy fácil y hasta cierto punto una respuesta muy simple, cómoda y sencilla, puesto que la conducta humana es compleja y no sólo se puede atribuir a un síndrome y nada más.
Todos actuamos conforme a una personalidad concreta que se fija hacia los 18 años de edad y no cambia nunca, configurándose con lo genético y la suma de las vivencias, por lo que en cierto modo actuamos como lo hacemos a partir de esa edad. Analizar nuestro tipo de personalidad resulta clave en cualquier proceso de desarrollo personal porque eltipo de personalidad base continua siendo el mismo durante toda la vida.
Ello implica que si no existe una base sólida y amplia en lo intelectual, una afectividadestable en el tiempo y una cultura del entorno, esta persona tarde o temprano va a presentar el llamado síndrome de Hybris, pues de alguna manera quiere compensar carencias de cualquier tipo que haya tenido o tiene, pudiendo ser: afectivas, económicas, de reconocimiento, etc. Esto podría llegar incluso a actuar en contra de la ética profesional, a pesar de tener principios morales supuestamente "estables", es decir ir en contra de la lealtad que se le debe al trabajo, profesión, institución y compañeros de labor, actuar sin responsabilidad profesional lo que llevaría a realizar un trabajo improductivo.
El llamado Síndrome de Hybris, sería más bien, un estado al que se llega por tener unas condiciones personales psíquicas específicas y unos déficits concretos en la personalidad. No es una enfermedad porque el que lo padece sabe que está en un error pero no es capaz de admitirlo, y ello le lleva a tener posturas rígidas, egocéntricas e irreales. Si la intensidad fuera lo suficiente sí podríamos hablar de un Síndrome Paranoide. Desde el punto de vista psiquiátrico el Síndrome como tal no existe, pero si sus síntomas aisladamente, y naturalmente abundan en personajes que han adquirido poder (sea del tipo que sea) sin tener condiciones psíquicas básicas para manejarlo, este sería el núcleo de esta situación anímica.
No es justo, ni ético, ni científico que los dirigentes y su "personal de confianza" no pase ningún tipo de filtro tanto de salud física y fisiológica como psíquica para ser designado previamente por su partido como candidato idóneo. Y debería estar estipulado en la Legislación Electoral un criterio de selección como en cualquier otro puesto del Estado aun confiando ese criterio a un grupo técnico definido por cada partido. Mientras esto no suceda tendremos lo que tenemos.
Como vemos el ejercicio del poder puede trastornar la conducta de los hombres. Afirmando que sí, se puede enfermar de poder; pues este puede generar algunos desórdenes psíquicos y problemas conductuales.
Sin ir muy lejos cuantas autoridades desde directores de instituciones educativas hasta el Ministerio, pasando por direcciones regionales, unidades de gestión educativa local e incluso Gobierno Regional y Gobierno Central se obcecan en sus posiciones sin escuchar a los demás, perdiendo en gran parte el componente racional y la autocrítica que debe caracterizar toda gestión institucional; otro caso es el de los profesores, especialistas, personal administrativos y funcionarios, así como el personal de confianza que creen que están en una posición diferente a otros y en vez de servir adoptan posturas, inconscientemente o a veces consciente, que "engordan" su ego y realizan acciones arbitrarias, piensan que ellos son los únicos que piensan y no escuchan las ideas de otros ya que siempre son apoyados por inútiles, ineptos y personas que siempre le alagan y no tienen espíritu crítico, pues cuando una persona no asume sus ideas o las rebate ya le considera su "enemigo personal". Por esta razón al Síndrome de Hybris se le conoce como la enfermedad de los que piensan que lo saben todo. La explicación de esto es bien sencilla puesto que cuando a una persona le gusta rodearse de estos tipos de personas halagadores y no críticos es porque dicha persona también es así con sus superiores.
"La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder" Libertador Don José de San Martín (1778- 1850).