La Plaza de la
Independencia o Plaza Grande
La Plaza Grande es un acto
comunicacional, cuyos discursos o mensajes están atravesados por la influencia
cultural de sus actores sociales junto a la historia de la ciudad y sus
fantasmas. Al ser símbolo de los poderes religioso, nacional, local y económico
del Ecuador, es el espacio propicio para la mancomunidad del poder en
confluencia con las características sociales y cotidianas de los ecuatorianos.
La Plaza Grande se
construye constantemente dentro de la lógica del capitalismo, es decir es
funcional al sistema. Así, dentro de la urbe quiteña, genera réditos económicos
a través del turismo (personas vienen de otros países y ciudades para
conocerla); simboliza y construye la memoria histórica de la ciudad desde su
estructura cuadrada atravesada por las instancias de poder, evocando la
necesidad de no salirse de lo establecido y entender al actual sistema como la
mejor forma de organización del pueblo para un trato equitativo. Sin embargo,
es también espacio antagónico del poder al ser símbolo de la rebeldía,
tenacidad y valentía de los quiteños y de los ecuatorianos, para luchar frente
a las injusticias, crímenes y hechos indignantes. Advertencia permanente para
quienes poseen el poder.
Alrededor de la Plaza
Grande se genera una lucha por el significado. El ciudadano es un actor social
activo que tiene decisión política que asume el significado de la Plaza Grande
como símbolo de lucha contra el poder; y a su vez el Estado toma estas
características de rebeldía y las asume como propias.
La comprensión y
apropiación de la Plaza Grande es indispensable para que se conozca y valore la
historia del Ecuador, y a la vez se genere y reproduzca la identidad con el
país entre sus habitantes. Por lo que, para entender el vínculo del actor con
el lugar no debemos olvidar preguntarnos, si el espacio es “un lugar” o “no
lugar” para el actor social con base en sus anécdotas, vivencias, experiencias
y conflictos culturales.
La Plaza Grande es una
forma de comunicación, que cuenta la historia del Ecuador, de su gente. Su
mensaje está construido con orgullo y sabor a libertad. Revive lo pasado, se
construye y simboliza en el presente, y genera imaginarios en el futuro. Quiere
ser escuchada y entendida.
Mediante la semiótica, la
antropología, la arquitectura y el psicoanálisis interpretamos los mensajes,
resultado de la combinación de los signos y símbolos albergados en la Plaza
Grande.
Si bien este escenario es único
a nivel mundial por su indiscutible belleza, propia de la ciudad de Quito. Su
historia y significación en la humanidad ha sido comparada con la evolución de
otras ciudades hitos en la historia universal, como lo es Roma. Orgullo para
sus habitantes y latinoamericanos.
La ciudad de Quito a través
de la Plaza Grande, es una pequeña “Babel” en la que distintos lenguajes se
mezclan. Existe además hibridación en su arquitectura no solo en las fachadas
de corte barroco y moderno, sino en las esculturas y pinturas que mezclan las
tendencias europeas del siglo XIV y la visión andina de las colonias
americanas.
El ejercicio de los poderes
religioso, político, administrativo y económico, además de influir en el
accionar y percepción de los actores sociales o anti poder, determina la
cotidianidad discursiva y lo cotidiano. La Plaza Grande es real desde la
cotidianidad discursiva que la construye constantemente. Sus mensajes reviven
cada día y sus actores sociales se apropian del espacio en todos los estados de
ánimos del lugar. Al mismo tiempo es simbólica ya que su existencia construye
sentidos o representaciones que atañen a la memoria histórica de la nación y
representan el sentir de sus ciudadanos. Finalmente es un espacio imaginario en
el que los actores construyen su futuro con referencia en su pasado, plasmados
en sueños y anhelos. Este estudio pretende servir de base para estudiar la
relación de la construcción de la urbe con los actores sociales y además aporta
una perspectiva para analizar las relaciones de poder que son cambiantes.