Fin del Despotismo y primero de lo mismo

Son casi 200 años de independencia del yugo español y sin embargo aún seguimos bajo el dominio de la inmoralidad y la injusticia.
“Ultimo día del despotismo y primero de lo mismo” era el dístico que pintado en los muros de la nueva patria, representaba el sentir palpitante de la amarga y no completa libertad. Es imperante recordar el 24 de mayo de 1822, evocando la hazaña valerosa de Antonio José de Sucre y Alcalá, de los batallones Trujillo, Paya, Yaguachi y Magdalena; la sangre de nuestros héroes derramada sobre Chaquimallana en el Pichincha, que definitivamente otorgaron a la “primogénita de la libertad” lo que ansiosa buscaba desde 1809.
Y hoy, al igual que los desconcertados pobladores quiteños del momento, me vuelvo a preguntar, ¿Somos en verdad libres? Vivimos en una patria en donde se habla de justicia y no todos somos iguales, en donde por lo tanto se debería respetar la diversidad y sin embargo lo diferente es visto como raro o anormal; en donde unos tienen la libertad de expresarse y otros no tienen la libertad de defenderse, en donde unos tienen la libertad de explotar y otros tienen la obligación de ser explotados.
Las cadenas que hoy oprimen a nuestra sociedad, son el resultado de un sistema que ha sido programado para que unos mueran por comer mucho y otros no tengan nada que llevar a la boca. Hoy por lo tanto es el momento de ir escalando nuestro Pichincha en la búsqueda de nuestra segunda y verdadera independencia como ya lo dijo en su momento Benjamín Carrión, una emancipación que nos lleve por el sendero de la desalienación del hombre y a la búsqueda de la armonía para la correcta convivencia de nuestro pueblo, recordando que ¡mientras no haya igualdad, no habrá justicia; y mientras no haya justicia no habrá nunca libertad!



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